Aprende a distinguir lo que es queso y lo que solo lo parece

Cuando vamos al supermercado, encontramos una gran variedad de lo que creemos ser queso. En polvo, rallado, en cuña, para sándwich, de untar… Pero no todos son lo que deberían. Muchos de estos productos están elaborados con ingredientes que poco o nada tienen que ver. Por ejemplo, productos como el queso rallado están elaborados con grasa vegetal, fécula de patata, proteína láctea, mantequilla o almidones. Algunos llegan a contener incluso menos del 35% de lo que se supone que debería ser su materia prima: queso.

Llegados a este punto, nos preguntamos qué es lo que podemos considerar como queso realmente. Según reza el Boletín Oficial del Estado, “Se entiende por queso el producto fresco o madurado, sólido o semisólido, obtenido de la leche, de la leche total o parcialmente desnatada, de la nata, del suero de mantequilla o de una mezcla de algunos o de todos estos productos, coagulados total o parcialmente por la acción del cuajo u otros coagulantes apropiados, antes del desuerado o después de la eliminación parcial de la parte acuosa, con o sin hidrólisis previa de la lactosa, siempre que la relación entre la caseína y las proteínas séricas sea igual o superior a la de la leche.”  Para su denominación, se tendrán en cuenta aspectos como el origen de la leche, maduración y porcentaje en grasa.

Quizás puede resultar más sencillo saber lo que no se puede considerar como queso gracias al incumplimiento de ciertas condiciones. En el artículo 6 del documento se expresan dichas prohibiciones:

Queda expresamente prohibido:

·         La presencia en el queso de grasas, proteínas o ambas, distintas a las de la propia leche.

·         La comercialización de queso rallado o en polvo, a granel, así como su venta fuera del envase original.

·         La venta de quesos con un extracto seco lácteo inferior al 15 por ciento, expresado en masa/masa sobre el producto terminado.

¿Cómo podemos evitar que “nos la den con queso”?

Lo que a priori puede parecer básico, a muchos consumidores se les puede pasar por alto. Todo producto que no lleve en su etiqueta la palabra “queso”, no es queso. Como se comentaba antes, productos como el queso rallado o los tranchetes no llevan en sus etiquetas dicho sustantivo.

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