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Y ahora ¿qué hacemos con el vino?

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Tres aspectos para mantenerlo más tiempo después de abrirlo

A quién no le ha pasado que, queriendo disfrutar un buen vino, ha descorchado la botella sin poder terminarla. Las propiedades del caldo se van perdiendo desde el momento en el que se descorcha. El aire produce una oxidación del vino, haciendo que su gusto se torne avinagrado. Es por ello que saber cómo guardar la botella después de su apertura toma gran importancia.

Aquí explicaremos algunos aspectos a tener en cuenta para almacenar tus vinos después de saborearlos. Así podrás alargar su vida útil y, por supuesto, su disfrute.

Envase

El primer consejo es que, después de servirnos, volvamos a cerrar la botella. Así evitaremos el contacto entre el vino y el oxígeno. Son varias las opciones que existen para este primer tip. Una de ellas es reutilizar el corcho original de la botella si al retirarlo no ha quedado muy dañado. Para que quede bien cerrado, se ha de introducir el corcho lo más profundo del cuello de la botella posible. En caso contrario, puedes cambiar de envase o poner otro tapón. Lo importante es que quede cerrado herméticamente. Si quieres ir un paso más allá, puedes adquirir una bomba de vacío específica para esta clase de labor. El aparato cerrará la botella y extraerá el aire presente en el interior que pudiese estropear la bebida.

Temperatura

Como cualquier otro alimento, el vino conserva mejor sus propiedades a baja temperatura. Por esta razón, una vez tengamos bien tapada la botella, irá directa al frigorífico. Cuando quieras volver a disfrutarla, saca el vino de la nevera un par de horas antes. Esto es porque los vinos han de consumirse a cierta temperatura si se quiere disfrutar plenamente de sus propiedades. La temperatura ideal para los vinos tintos es de 12-14 ºC, mientras que en los blancos su temperatura se encuentra entre 7-12 ºC.

Posición

La posición en que guardemos el recipiente también tiene su importancia. El vino, si aún no se ha descorchado, tiene que colocarse de forma horizontal. Esta posición favorecerá que el corcho se mantenga en contacto con el líquido y no se reseque. Al mantener húmedo el corcho, evitamos que se agriete y permita el paso del aire.

Sin embargo, cuando ya hemos disfrutado del contenido embotellado, debemos guardar la botella de forma totalmente opuesta. Una vez abierto, la razón de su posición vertical también está ligada a la cantidad de aire que la botella retiene. Si se posicionara horizontalmente, el recipiente podría contener más aire en su interior, lo que picaría antes el vino. Además, el corcho podría haberse contaminado tras su extracción, por lo que ayudaría al deterioro del caldo más rápidamente.

 

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